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Propuestas, colchones y pruebas. ¿Qué sucedió en la Residencia Universitaria?

La noche del 25 de mayo, un grupo de estudiantes exigía a viva voz la realización de las pruebas rápidas. Con el descarte del virus, aquellos que estaban fuera del campus cuando se decretó la cuarentena, podrían reingresar a la residencia.

El jueves 21 de mayo la Universidad Nacional Mayor de San Marcos realizó 35 pruebas rápidas para la detección de coronavirus a los alumnos residentes de Julio C. Tello. El comunicado que envió dicha casa de estudios dos días después informaba que los resultados de las pruebas arrojaron a cuatro estudiantes positivos. Esa afirmación fue negada por un sanmarquino de esa residencia, quien aseguraba que los resultados fueron positivos solo en tres alumnos.


Ese día también se testeó a 15 trabajadores de los comedores de Cangallo y Medicina Veterinaria. Uno de los trabajadores, que no estaba laborando durante el periodo de confinamiento, salió positivo a las pruebas.


Frente a estos resultados, la universidad decidió aplicar las pruebas en los residentes de Ciudad Universitaria. Según un comunicado emitido el sábado 23 de mayo, un grupo de estudiantes “impidió” la realización de las pruebas. La universidad denunciaba esa conducta por parte de los estudiantes y la calificaba de irresponsable.


La situación de los residentes sanmarquinos no había captado la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública hasta la noche del lunes 25, cuando trece estudiantes residentes acamparon fuera de la puerta 1 de dicha universidad.


Para ese día en la mañana, la Oficina General de Bienestar Universitario había indicado que se iban a realizar 20 pruebas en los residentes que no se encontraban dentro del campus de San Marcos.


Sin embargo, fue ese día, el lunes 25, cuando se realizaron las pruebas rápidas a 58 estudiantes que estaban dentro del campus, residentes de Ciudad Universitaria, y a los trabajadores del comedor. Los resultados mostraron que un alumno y cuatro trabajadores eran portadores del virus. A partir de esa información, la casa de estudios emitió un comunicado e informó que se había tomado la decisión de cerrar el comedor universitario a partir del día siguiente. La comida para los residentes de Ciudad sería preparada en Cangallo con el fin de salvaguardar la salud.


Además, también se dispuso cerrar la Ciudad Universitaria para disminuir la cantidad de personas y desinfectar las instalaciones.


Los estudiantes acampan en la puerta 1


Mientras se diagnosticaba a los estudiantes y trabajadores, un grupo de 13 residentes, en su mayoría provenientes de provincia, esperaban las pruebas que se les había prometido desde las 7 de la mañana.


Ya en la noche, sus denuncias circulaban en las redes sociales y los medios publicaron su situación. Este grupo de sanmarquinos reclamaba que se les brindara el alojamiento que, por derecho, debían tener. La denuncia iba dirigida a la desidia de las autoridades, pues por protocolos de salubridad, no les permitían el ingreso y las pruebas que habían sido programadas para ellos fueron destinadas para los trabajadores, cuyo testeo estaba programado para dos días después.


Los estudiantes exigían el diagnóstico necesario para poder ingresar al campus. Separados y con mascarillas, los sanmarquinos alzaban sus carteles mientras protestaban. Ellos habían estado en casas de amigos, familiares, e incluso en sus trabajos cuando se declaró el estado de emergencia. Con los efectos económicos de la pandemia y el inicio de las clases virtuales, decidieron regresar a la Residencia Universitaria de San Marcos, que les cerró las puertas por el protocolo de la universidad.


Los estudiantes recibieron la ayuda de algunos compañeros universitarios. Sandra Paico, exresidente egresada y representante de “Por una cuarentena sin hambre”, les brindó asistencia esa noche. Ella también exigió a las autoridades que cumplan con su deber y que no permitan que los estudiantes duerman sobre colchones fuera de la puerta 1. Su indignación era evidente. Según sus declaraciones, era injusto que los estudiantes que habían pasado por una estricta evaluación socioeconómica para poder vivir en la residencia universitaria tuvieran que soportar el hambre y el frío en medio de la crisis por la pandemia.

 (Foto: La República).
Los estudiantes exigieron a las autoridades la realización de las pruebas rápidas para poder ingresar al campus

Propuestas sin respuesta


Por su parte, Ángel Terrones, representante de la Federación Universitaria de San Marcos (FUSM) indicó que ya habían solicitado las pruebas antes. La OGBU y la Dirección Administrativa no les dieron una respuesta. También plantearon el tema en el Consejo Universitario, pero no les respondieron claramente.


Ante eso, la FUSM presentó una propuesta: realizar las pruebas rápidas a los estudiantes y, luego, sentenciar una cuarentena de 14 días a los alumnos para que estén separados de la universidad y se disminuya el riesgo de contagio.


La respuesta del rector Orestes Cachay no finalizó con una propuesta. El remitió al Grupo COVID-19 de San Marcos, liderado por el decano de la Facultad de Medicina, y explicó que las pruebas rápidas y la cuarentena de catorce días no aseguraba la inmunidad de los alumnos.


Terrones señaló que las declaraciones de Cachay no eran convincentes porque el personal de San Marcos entra y sale a diario de la universidad, para él, ello evidenciaba la desidia por parte de las autoridades.


El día siguiente llegó y con el apoyo de los congresistas de la comisión de Educación se llegó a realizar las pruebas rápidas a los estudiantes que se encontraban afuera, aquellos que habían dormido en los exteriores de la puerta 1. El comunicado que envió la Decana ese día, además de confirmar las disposiciones del día anterior, informaba que uno de los trece estudiantes fue diagnosticado con COVID-19 y que los 115 estudiantes de ambas residencias que dieron resultados negativos serían alojados en un ambiente externo. Eso no era todo: la universidad decidió coordinar con el Minsa para que traslade a la Villa Panamericana a los cinco estudiantes que dieron positivo a las pruebas.

(Foto: La República)
Los estudiantes acamparon afuera de la puerta 1 para que se les realice la prueba de descarte de COVID-19

¿Y qué más exigían?


El miercoles 27 de mayo, Digital Media entrevistó a Jimmy Oré, representante del Gremio de residentes de la UNMSM, y el brindó detalles al respecto. Uno de los estudiantes infectados estaba separado en un cuarto de la residencia universitaria y el otro tenía un lugar asignado en el gimnasio. Además, aclaró que las denuncias de los estudiantes de residencia no solo se reducían al derecho a la vivienda, sino que también exigían que se dispongan de las herramientas para el inicio de clases virtuales. Oré mencionó que no se ha garantizado los implementos necesarios. La residencia de la sede central solo cuenta con 10 computadoras y a la fecha hay más de 60 estudiantes dentro de la misma. Además, no cuenta con una red propia para el uso de Internet. Las únicas computadoras que tienen acceso son las que pertenecen a la misma residencia y aquellos alumnos que cuentan con un dispositivo propio, los cuales funcionan bajo cableados obsoletos.


En la entrevista, Oré afirmó que el cierre del comedor traerá consecuencias para aquellos alumnos que viven cerca de la Universidad. Al no encontrarse dentro de la residencia, ellos no contarán con la alimentación que recibían por parte del comedor. Asimismo, informó que no se ha garantizado el pago de 14 trabajadores del comedor desde el 15 de marzo, quienes estuvieron trabajando durante la cuarentena hasta el cierre del comedor.


Y mientras tanto, en Julio C. Tello...


Solo 13 estudiantes estaban fuera de la puerta 1 exigiendo las medidas correspondientes para su reingreso, pero había más estudiantes en Lima y provincia que también han estado varados y requerían volver a la residencia no solo de Ciudad Universitaria, sino también de Julio C. Tello.


Esta residencia contaba con la Comisión Anticovid, conformada por residentes estudiantes de diversas carreras de Salud, que se mantenía en contacto con la OGBU y la Clínica Universitaria. Esta comisión se encarga de informar, apoyar y gestionar el cuidado de los residentes.


El jueves 28, un bus llegó a la residencia Julio C. Tello para trasladar a los estudiantes que habían dado resultados negativos a un hotel en Miraflores. Los estudiantes no aceptaron ir porque, según afirma uno de ellos, luego de las denuncias de los residentes que pernoctaron el 25 de mayo, la universidad les estaría brindando tal facilidad. Además, consideraban que guardar la cuarentena en el hotel de Miraflores no es apropiado porque ellos estarían en contacto con más gente y el confinamiento en Tello es más seguro.


Ese mismo día, la universidad informó a través de un comunicado que el hotel que iba a alojar a los alumnos de ambas residencias decidió no recibir a los estudiantes. En otro comunicado, informó que dos de los cinco residentes que dieron positivo a las pruebas aceptaron ir a la Villa Panamericana. Los otros tres se negaron.


En las redes sociales se denuncia que los estudiantes externos no reciben comida porque el comedor no ha abierto.


Ya son dos semanas desde la visibilización de esta situación, que se agudiza por la crisis de la pandemia y sus efectos en la economía. Esta situación afectó a los residentes de Ciudad Universitaria, de Julio C. Tello, a los trabajadores y a los estudiantes que viven cerca de la universidad. La universidad informó que está haciendo las coordinaciones correspondientes, pero no cabe duda en que aún queda muchísimo por hacer.

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