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Cuando las apariencias importan: “El abanico de Lady Windermere” de Oscar Wilde

Buen comportamiento, sumisión y exclusividad para con el hogar y la familia: ser mujer en la época victoriana no fue fácil. Eso nos dice Oscar Wilde en “El abanico de Lady Windermere”, un drama que problematiza las relaciones conyugales y las elecciones que puede tomar una mujer ante la infelicidad dentro de un matrimonio.

La época victoriana, llamada así en alusión a la reina Victoria, se caracterizó por tener un gran avance monetario, científico y cultural, como si este fuera un “Renacimiento Inglés”. Sin embargo, también fue una etapa donde la clase media empezaba a tener una mayor relevancia gracias a la bonanza que la revolución tecnocrática estaba generando. Es, por ello, que la imagen que estos debían mostrar tenía que ser compatibles con la aristocracia inglesa, pues así ellos no solo gozarían de un buen status económico sino un comportamiento destacable. ¿Qué provoco ello? Que se generara y reforzara la llamada “moralidad victoriana”, la cual se inspiraba en el prospero matrimonio de la reina Victoria y que se basaba en tener una vida “seria”, fuera de los placeres del juego u otros vicios y, si en caso un varón estuviera desposado, mantener una vida marital donde el contacto físico fuera limitado y se restringiera a lo reproductivo. Por ende, la mujer debía mantenerse casta y no demostrar los deseos carnales que poseía.

No obstante, ello solo sirvió como apariencia en varios matrimonios, a quienes convenia mostrar aquel lado moral y religioso para salvaguardar su honor. Muchos varones se entregaban a los placeres de manera oculta, ya sea en prostíbulos u otros espacios donde no se revele la violación de los preceptos cristianos donde el respeto y la fidelidad eran importantes. Por otro lado, a las féminas de la época se les exigía ser mujeres dedicadas al hogar, con una conducta que consistía en ser buena madre, hija y cónyuge. De este modo, ellas debían ser un “ángel del hogar” dependientes y juzgadas por una moralidad impuesta por un ente patriarcal, quien se encargaba de recluirlas al espacio hogareño y poco participativo.

Ahora bien, la literatura no fue ajena a este fenómeno social. A finales del siglo XIX, el teatro victoriano presento un papel importante gracias a Henrik Ibsen, dramaturgo noruego, quien incentivó el renacimiento de este género por medio de sus obras que mostraban la realidad y la hipocresía social, esto desencadenó las abundantes comedias de costumbre que reaparecieron posteriormente en Inglaterra. Una de ellas fue El abanico de Lady Windermere de Oscar Wilde. Este se divide en cuatro actos y trata sobre una mujer llamada Margarita Windermere quien se entera, a partir de una plática con la duquesa de Berwick, que su marido se suele ver con Mrs. Erlynne. Esta mujer es descrita como alguien de “poco honor” pues tuvo un pasado “escandaloso” logró de manera rápida obtener dinero y una casa donde vive cómodamente.

Lo curioso de esta conversación es la recomendación de Berwick, pues le dice a Windermere que tolere la infidelidad del esposo o que viaje a un lugar lejano para calmarse. Esto indica como es importante mantener la apariencia de un buen matrimonio a pesar de que es la mujer la afectada ante una posible infidelidad. Lady Windermere halla muchos indicios de que esta noticia sobre su esposo es cierta, por ello decide insultar a Mrs. Erlynne, quien por insistencia de su esposo fue invitada para su cumpleaños. Durante esa celebración Margarita es incapaz de insultar a Erlynne pero tras una conversación con su amigo Lord Darlington, ella recibe una propuesta de escapar con él, pues Darlington considera que ella puede rehacer su vida con él quien tanto la amaba.

Lady Windermere decidida va a casa de Darlington para escapar juntos. Sin embargo, Mrs. Erlynne va en su búsqueda, porque se revela, en un diálogo con Lord Windermere, que es la madre de Margarita. Ella manifiesta que había cometido el error de escapar con su amante y abandonar a su familia; error que su hija estaba a punto de cometer por un malentendido. Así, Erlynne vuelve a poner en riesgo su honor tras ser vista por muchos hombres en la casa de Lord Darlington, pues ella no desea que sea su hija la que se exponga. A pesar de ello, Mrs. Erlynne recupera su honor cuando se compromete con un Lord. Todo ello deja de manifiesto la complejidad dentro de la figura femenina en la época victoriana, pues se exige a las mujeres que deban soportar las infidelidades de los esposos y no se les perdona que ellas elijan su propia felicidad. Incluso, se evidencia la importancia que se le da a la mujer que está dentro del matrimonio, como Mrs. Erlynne, quien “se salva” de los juicios al comprometerse.



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