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Danna ga Nani o Itteiru ka Wakaranai Ken: el arte de animar la vida en pareja

Con el fin de la Guerra Fría se inicia la aceleración del proceso conocido como

globalización. Esta nueva etapa, a escala mundial, se caracteriza por la

intercomunicación e interdependencia entre los diversos países del mundo.

Hajime y Kaoru

Esto genera, a la vez, una serie de transformaciones económicas, sociopolíticas y culturales. De allí que el punto de restricción social se difumina ante la integración y contacto con las industrias culturales ajenas al espacio local. Por ese motivo, existe una difusión y consumo de los medios de entretenimiento masivos tales como el cine, la música, la televisión y la literatura. Asimismo, países como Japón no se encuentran exentos de dicho proceso. Esto se observa tras el éxito de la propagación de su producto cultural

y de entretenimiento animado más relevante: el anime.


Este estilo de animación se distingue por el diseño en su dibujo y su formato narrativo. El anime posee múltiples géneros dependiendo el target de audiencia al que está dirigido. Entre las diversas categorías desarrolladas se encuentra el seinen, cuyo publico son personas adultas que esperan ver una serie con contenido más maduro apegado a la realidad cotidiana. En el amplio catálogo de esta denominación se halla Danna ga Nani o Itteiru ka Wakaranai Ken (No entiendo lo que dice mi esposo); esta historia presenta a una pareja de esposos: Hajime y Kaoru. El primero es un hombre fascinado por todo lo

relacionado con el mundo del manga y el anime (un otaku) y la segunda es una

joven oficinista ajena a la afición de su esposo.


La serie presenta múltiples referencias a productos de animación tales como

Neon Genesis Evangelion, Bari Bari Densetsu, Sailor moon, Hajime no ippo,

Saint Seiya, Secret Princess, Dragón Ball, Rourin Kenshin, entre otros. De igual

modo, se mencionan parte de otros contenidos en torno a los videojuegos, prácticas disidentes y mangas de contenido sexual como los Eroge (videojuegos de contenido sexual), los manga Boys love (historias románticas homoeróticas), kairakuten (revista para adultos), nekamas (hombres que fingen ser mujeres en internet), etc. Todos estos elementos son empleados con el ánimo de generar una situación hilarante que provoca en Kaoru un desconcierto ante el no entendimiento de los comentarios de su esposo y permite al espectador interesarse por el universo variopinto de la cultura otaku.


Por otro lado, la historia trasciende por mostrar el desarrollo de la vida de pareja entre Hajime y Kaoru. En primera instancia, ambos presentan actitudes diferentes y pertenecen a realidades disímiles. Kaoru fue una chica convencional que interactuó con múltiples amigas en la secundaria, dedicándose después a trabajos eventuales en pequeñas tiendas de la urbe japonesa. Ella se siente atrapada por la monotonía y observa cómo su

personalidad se va difuminando tras tener que fingir una cordialidad inexistente.


Ante la enajenación de su ser, busca refugio en el alcohol y el cigarrillo asumiendo que la soledad es la consecuencia inmediata de su vida mediocre.

Por otro lado, Hajime es un muchacho que debido a su gusto por el anime y el manga se mantuvo siempre distante desde la primaria hasta la universidad, sin lograr establecer una homosocialización masculina efectiva (elemento importante de interacción entre sujetos del mismo sexo que permite revalidar la identidad personal). Este grado de alejamiento generó un proceso de inversión en las redes sociales con el ánimo de expresar sus ideas frente a aquellos aspectos que la cruel realidad ha determinado para él. Sin embargo, todo esto

cambia con el matrimonio con Kaoru.


En principio, ambos personajes sienten inseguridad por el hecho de concretar el matrimonio ante el posible impacto de sus personalidades y la falta de compatibilidad en sus perspectivas e intereses. Mas la serie nos permite internalizar en sus vivencias cotidianas, el contacto con otras parejas, los múltiples problemas en una relación de convivencia y el nuevo reto que significa compartir una vida con un “otro”. Es gracias a la presentación de la cotidianidad de pareja que se puede explorar el crecimiento de los personajes y la superación de las múltiples divergencias en sus puntos de vista.


Así, en palabras de Rossana Reguillo (2000), la vida cotidiana constituye un

entorno estratégico para (re)pensar la dinámica social y su compleja pluralidad

de símbolos y de interacciones. Esto a raíz de que la cotidianeidad es un

espacio de construcción para las parejas; ya que, al cohabitar, van afirmando

su subjetividad y su identidad social. En conclusión, el anime de Danna ga Nani

o Itteiru ka Wakaranai Ken nos regala, desde la comedia y el realismo, una metáfora visual de la dinámica y compleja situación que implica una vida en pareja.


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