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El cine de los Andes: Kukuli la primera película peruana en quechua

En la década de los 60, Judith Figueroa protagonizó la primera película hablada en quechua de nuestro país: kukuli. Que en palabras de José maría Arguedas (1957) sobre dicha película dijo lo siguiente: “Podréis ver en ella la hondura infinita del pueblo quechua, en su grandeza salvada, sobreviviente de siglos de inútil e impotente.”

A comienzos del siglo XX, la ciudad del Cuzco se transformó en un valioso espacio de desarrollo económico para la región sur andina. Con el trabajo de visibilización de la ciudadela de Machu Picchu, dirigido por Hiram Bingham, la ciudad del Cuzco se convirtió en un recinto catalogado como patrimonio cultural a nivel internacional. Con ayuda de los registros fotográficos de Martin Chambi, se inició un proceso de propagación de imágenes en torno a la realidad andina y sus grandes recintos arquitectónicos. Esto produjo en los extranjeros un anhelo por recorrer y visitar la ciudad cuzqueña.


En 1952, arriba al país el genovés Enrico Gras quien filma la película “El imperio del sol” (1956) con la que explora la vida del poblador andino cuzqueño. Las técnicas cinematográficas empleadas (fotografía, cromatismo y composición de los encuadres) y el galardón obtenido en un festival de cine europeo provocan que una serie de cineastas locales se entusiasmen ante la posibilidad que ofrece el medio. Así, en 1955, los jóvenes fotógrafos cusqueños Eulogio Nishiyama, César Villanueva, Luis Figueroa y los hermanos Manuel y Víctor Chambi crearon el “Cine Club Cuzco”, con el objetivo de empezar a

hacer cine local. Este grupo de personas son denominadas por el historiador francés Goerges Sadoul como "La Escuela de Cine del Cusco". El 27 de julio de 1961, en el cine Le Paris de Lima, es estrenada la obra más ambiciosa de este colectivo: Kukuli. Esta es la historia de una jovencita llamada Kukuli, quien tiene una relación amorosa con un hombre llamado Alako. Ambos se dirigen a la fiesta en honor a la Virgen del Carmen realizada en la ciudad de Paucartambo. Sus destinos se entrecruzan con el “ukumaru” o “ukuko”, quien es un ser mítico con cuerpo de hombre y cabeza de oso. Ante el rapto y el asesinato perpetuado por el ukuko hacia la joven pareja, la indignación de la población se

acrecentó y organizados por el cura del pueblo van a darle caza al monstruo.


Esta obra es reconocida por ser la primera en presentar a sus personajes empleando su lengua originaria: runa simi o quechua. Como documento fílmico nos permite observar los diversos elementos paisajísticos que componen la zona del Cuzco en la década de los 50. Flores, tunas, cerros, ríos, haciendas, puentes, valles, riscos, ichu, llamas y el nevado del Ausangate forman parte de aquellos ambientes registrados con la cámara de Eulogio Nishiyama. Se observan las diversas prácticas andinas en torno a la actividad agropecuaria: la crianza de llamas y ovejas, el pastoreo de vacas, la actividad del cegado, arado con toros, el trabajo del trillado con caballos. De igual modo, la película nos acerca más a aspectos sociales que comparten los pobladores andinos. Para mostrar cordialidad a los anfitriones del hogar, los visitantes preparan pequeñas encomiendas de productos, tales como el huevo y carne de oveja. La actividad del almuerzo es vista cual momento religioso donde hombres y mujeres disponen de sus alimentos y se hallan compartiendo entre ellos. La chicha de jora es presentada como aquel fermento de vida y licor de la amistad. El alcohol llena de alegría al lugareño y lo usa para olvidar penas y no afrontar la realidad del trabajo duro.


A su vez, los objetos cumplen un rol simbólico que acompañan a la población en su cotidianeidad. Las margaritas representan la soltería, por lo que son un llamado al amor. Las apachetas son el altar de los caminos que guían a los peregrinos por el buen camino. El uso del pututo (concha de caracola de mar gigante) es usado para hacer un llamado a los hombres e incitarlos a continuar con sus actividades. La vara de plata es el emblema del mando que sugestiona al trabajador a detenerse. El empleo del telar policromático representa la variedad del arco iris. Así también, se observan las actividades culturales en torno a ritos y creencias mágico religiosas que acompañan la cosmovisión del hombre andino.


El ritual del “challacuy”, que consiste en esparcir gotas de agua bendita, permite la protección de las ovejas al ser exorcizadas para que las bestias salvajes no las maten. Luego del trillado (actividad de retirar el grano de la paja), se inicia un cese en la jornada para compartir la mesa con los campesinos en el llamado “chakillu”. Para agradecer a las divinidades andinas se esparce unas gotas de chicha de jora con los dedos, siendo el “tinkay” quien cumple dicho rol. Como el trabajo resulta tan extenuante, la labor es

acompañada por la danza de las “wifalas”, con el que se motiva para el trabajo, se agradece a la tierra por sus favores y se conjura a las lluvias.

La fiesta patronal de la virgen del Carmen en la ciudad de Paucartambo es retratada en su instancia más propicia. Se hacen bailes en honor a la mamacha Carmen. La sombrilla del inca inicia la mística del carnaval, sale la comparsa de los músicos y los bailarines, con máscaras, hacen referencia a reyes, siervos y seres fantásticos. En la danza se observa la representación de gente, con máscara afrodescendientes, con penachos en la cabeza

acompañados de espejos en el rostro; algunos representan animales o seres sin rostro. Aparece el “saqra” (símbolo del placer y del pecado), quien es dirigido por una “diablesa”. Todos Los danzantes llegan al pueblo y hay una fiesta rimbombante, por lo que el pueblo bebe “margaritos” y se comparte la alegría con caporales de chicha de jora.


Así, el filme de Kukuli permite observar una historia de amor trágica

afrentada por la presencia de un ser maligno. Sin embargo, en la tragedia de

los hechos se puede vivenciar parte de las prácticas costumbristas, míticas y

culturales de la sociedad cuzqueña. Al estar presentada en quechua, se puede

observar la potencialidad del lenguaje y la aproximación a las prácticas

cotidianas del mundo andino en su estado más convencional. En conclusión, la

película Kukuli presenta un poderoso valor artístico y sociocultural que

representó el deseo de sus creadores por difundir parte de ese contenido

valioso del Perú profundo.


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