La injustica y la sangre: la muerte punitiva en el cuento «El silbido» de Rubén Sueldo Guevara
- Richard Mozo Pizarro
- 18 abr 2021
- 4 Min. de lectura
En 1960 Rubén Sueldo Guevara compendia un conjunto de relatos en el libro Los agrarios.
Entre los muchos cuentos allí escritos resalta la historia «El silbido». Texto cuyo tema principal es la inequidad social y el maltrato sobre la masa andina cuzqueña de la década de 1950.

Con la llegada de los españoles a la región sudamericana se inicia un proceso de transformación sobre espacio andino diseñado por los antiguos pobladores, esto debido a la ideología mercantilista de los nuevos habitantes, quienes buscaron obtener de la naturaleza la mayor producción posible para su comercialización y de este modo crear riqueza. Este accionar productivo resulto ser divergente con el modelo empleado por los residentes originales, quienes obtenían lo necesario para vivir y algunos excedentes que intercambiar con otras regiones o tributar con el imperio incaico.
Para mejorar administración del suelo y la mano de obra se crea una nueva estructura espacial: la hacienda. Tras la conformación del sistema virreinal esta se consolida como parte fundamental del régimen español ya que es el centro productivo por excelencia, que va a satisfacer las necesidades agrícolas y ganaderas de la región. Surgen nuevas relaciones de poder se darán entre los patrones (quienes podrían actuar paternalistamente y proteger a los trabajadores o ser un sujeto explotador que actúa draconianamente)
frente a la masa indígena (catalogados como mano de obra barata subordinada
o sujetos violentos).
Así, se perpetua una idiosincrasia sobre la masa andina que es
caracterizada o bien como un personaje subyugado por su destino o bien como
un ser irracional de praxis barbárica. Con la llegada del siglo XX inicia todo un
proceso de reivindicativo en el que se busca crear nuevas narrativas sobre la
vida del poblador andino. Tras el fin de la eclosión vanguardista surge la
corriente literaria del indigenismo. Los escritores de dicha etapa buscaran
colaborar con la reivindicación del hombre andino, así como también eliminar la
visión romántica que se asumía sobre los oriundos rurales.
De entre los múltiples autores que comparten dicho interés se halla el
cuzqueño Rubén Sueldo Guevara quien en 1953 escribirá en la revista Letras
Peruanas el cuento titulado «El silbido». Este relato cuenta la historia del joven
hacendado de Llauchi, Cosme infantas, quien tras acumular una serie de actos
injustos contra los pobladores rurales sufre un cruento final. Así el texto busca
retratar la cotidianeidad antagónica entre el patrón y el hombre andino ya que
se evidencia múltiples actos de maltrato para con estos últimos. Para situar al
lector en la posición del sujeto desfavorecido el cuento describe a Cosme
Infantas como un hombre que ostenta un gran poder, mas es incapaz de
moderarse por lo que arremete contra la población.
Su representación es la de un sujeto ebrio de poder que gusta de
grandes fiestas y que despilfarra su riqueza de forma adrede por considerar
legitimo una serie de derechos coloniales que lo sitúan en una posición
jerárquica superior ante la masa rural. Su accionar resulta déspota y clasista en
la interacción con los colonos que pueblan su hacienda. Esto lo observamos en
el trato hacía dos personajes: su mayordomo Damaso Avendaño y la joven
Damiana Tapara. Para el caso del primero, Cosme infantas exige que las
posesiones obtenidas por Damaso deben ser devueltas al patrón por
considerar que el trabajo realizado por el hombre andino no es equivalente con
la parcela de tierra que dispone para vivir.
De igual modo, en el caso de Damiana, el hacendado busca ultrajarla
tras saber que a retornado a su hogar. De acuerdo a su concepción tiene el
derecho legítimo sobre la disposición del cuerpo del otro por lo que emplearla
para satisfacerse es un acto convencional. Esto se reafirma cuando la familia
de Damiana no busca apoyo de las autoridades ya que esta interiorizado que el
amparo de la ley no es para gente paupérrima por lo que hacer que su hija
escape es la respuesta más adecuada ante las amenazas. Ante la negativa de
la disposición de la joven, Cosme destruye el hogar de los padres de Damiana
dejándola en desamparo sin posibilidad de retorno.
La violencia se transforma en el mecanismo convencional que emplea el
hacendado para ejercer control sobre la población. La mentalidad déspota de
Cosme lo direcciona para realizar actos que no pueden ser acallados por las
autoridades. Esto porque dentro del contexto cultural en el que se desarrolla la
obra las posesiones que dispone el sujeto hegemónico le consignan la potestad
de disponer de los cuerpos andinos sin represalia alguna. La consecuencia es
la configuración de un ser que evoca el terror en los otros y concibe que las
acciones de quienes ostentan poder no pude ser encaradas por lo que la
abyección y el silencio son las respuestas que se asumen como viables.
No obstante, el relato busca trastocar el sistema de poder al aplicar la
violencia como medio legítimo de justicia. En un determinado momento Cosme
infantas se halla en una situación vulnerable tras haber ingerido demasiado
alcohol y estar semi muerto. Los pobladores lo recogen y lo llevan hasta la
capilla donde, súbitamente, se levanta ante la sorpresa de la población. Al
acercarse a la salida es recibido por Damiana quien empuña la espada del
arcángel San Miguel con la que lo degüella en el acto. El personaje femenino
revindica su posición y el derecho popular tras aplicar sobre el hacendado la
ley del talión: ojo por ojo diente por diente.
De esta manera, el relato busca develar las múltiples acciones
despenalizadas y draconianas de los altos mandos en el poder representado
en la imagen del hacendado. Tras esto el pueblo que se mantiene subordinado
y que se asume en condición de mansedumbre buscara por otros medios
obtener justica. Como tal el relato de Rubén Sueldo busca enunciar las
dicotomías y contradicciones entre los sujetos hegemónicos y la masa abyecta.
De allí que el texto no solo transita en un retrato de las relaciones de poder
entre la población rural y sus patrones, sino también propone la ineludible lucha
de clases si es que no se llegan a hallar los mecanismos democráticos para
alcanzar la justicia social.
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